Bancos de segunda en Tlaxcala
El servicio de bancos en Tlaxcala es deprimente. El número de sucursales no responde a la demanda potencial de usuarios. Al costo en tiempo, estrés, altas tasas de interés y cobros por servicios diversos, se añaden políticas de discriminación. Ir al banco en la entidad se ha convertido en un vía crucis aunque no sea Semana Santa.
La privatización de la banca, suponía, entre otras cosas, que el aumento en la competencia permitiría hacer más eficientes los servicios que ofrecen este tipo de empresas, era de esperarse que al tener más opciones los usuarios podrían acceder a mejores retribuciones económicas y financieras, que el crecimiento de la demanda favorecería los rendimientos de los ahorradores y que las tasas de interés, tanto por créditos obtenidos como por conceptos de inversiones bancarias, estarían en condiciones favorables, lo que a la postre provocaría una mayor confianza en este mecanismo institucionalizado de movilidad del dinero. Sin embargo, pasó lo contrario, pues efectivamente aumentó el número de servicios, al tiempo que aumentaron las comisiones, el manejo de los recursos monetarios por parte de la banca se ha convertido en un verdadero negocio para los dueños de esas empresas y salvo excepciones los pequeños ahorradores han visto crecer sus ganancias.
En el caso de Tlaxcala, el problema es mayor, pues los bancos instalados en la entidad responden a la lógica de las oficinas centrales, muchas de ellas ubicadas en el extranjero, pues hemos de recordar que hoy en día la mayor parte de la banca privada está en manos de empresas transnacionales, es decir, la gran mayoría de las ganancias salen del país –bendita privatización–, en otras palabras las políticas bancarias que se aplican son las mismas que en todo el país, su idea central es disminuir lo más posible los gastos de operación, lo que les permite a los bancos obtener sendas divisas.
La disminución de los gastos incluye reducir al mínimo posible el número de sucursales, acortar los horarios de atención a clientes, tener un sistema de rotación por horas y días de los ejecutivos de cuenta y del personal de caja, a ello se agrega disminuir casi a cero el pago por seguridad privada, y establecer un proceso de subcontratación para el personal operativo, es decir, trabajas para el banco pero la relación laboral es con otra empresa, así que no hay forma de acumular antigüedad y todo lo que de ahí se deriva, de hecho lo que buscan esas políticas es trasladar el mayor número de costos monetarios a los usuarios.
Al tiempo que ejecutaron esas acciones ampliaron la oferta de servicios electrónicos, cajeros automáticos, cajas prácticas, transferencias interbancarias y una base de datos común entre los bancos –buró de crédito–, lo que buscaba era disminuir la presencia de usuarios en las sucursales físicas, he ahí unos de los principales problemas.
Gran parte de la población tlaxcalteca no tiene confianza ni acceso a esas tecnologías de los bancos, un dato sobresaliente es que la entidad ocupa el lugar número 28 a nivel nacional por un número de computadoras en las viviendas, lo que significa es que muchos de los posibles usuarios no tienen otro remedio que asistir a las sucursales, a ello se agrega que existe una desconfianza generalizada de hacer pagos, transferencias u otros servicios que se ofertan en la red, pues los casos de robos por internet se han ampliado en los últimos tiempos, por si fuera poco una parte importante de los trabajadores que les pagan vía tarjeta de débito prefieren ir al banco, por una simple y poderosa razón, el cajero automático nunca les da completo su salario, como dirían de manera coloquial, se quedan con el cambio, así que los trabajadores prefieren hacer fila, antes de regalarle el dinero a los banqueros. Pasa lo mismo cuando el trabajador recibe su salario con cheque, ahí no hay de otra, cada quincena tendrá que hacer fila.
A pesar de las particularidades de los usuarios tlaxcaltecas, la banca sigue manteniendo sus políticas de disminución de costos, veamos: la oferta de la entidad llega a ocho empresas bancarias instaladas en su mayoría en Tlaxcala, Chiautempan, Apizaco, Huamantla, Tlaxco, Calpulalpan, Zacatelco, Papalotla y San Pablo del Monte, esporádicamente hay en algún otro lugar, de hecho un gran número de municipios no cuentan con ese servicio, lo que implica que una gran parte de usuarios se tiene que trasladar a los puntos donde haya esos bancos.
Aproximadamente hay en la entidad 50 sucursales –incluye todos los bancos– para atender a toda la población, que según el Censo de Población y Vivienda 2010, llega a un millón 169 mil 936 habitantes, si bien se podría suponer que no toda la población tiene que acudir al banco, lo cierto es que al menos la población ocupada y que recibe salario sí lo ocupe, si nos referimos a esa población específica estaríamos hablando de al menos 398 mil 378 personas, cada sucursal atendería a 8 mil personas, a ello debemos agregarles número de empresas, pagos de servicios, consultas de movimientos, etc., etc. ¿Dónde está la productividad y competitividad de la banca instalada en Tlaxcala?
Ante escasas sucursales, ausencias de cajas funcionando, cajeros que sirven un día sí y tres no, los que acuden al banco salen con dolor de cabeza. De hecho, en promedio los usuarios deben dedicar al menos una hora al día para hacer sus pagos, sin incluir los tiempos de traslado, de esta forma hay que dejar de comer, pedir permiso en el trabajo, atenerse a los retardos o de plano dejar a la novia esperando. Las filas son enormes, lentas y desesperantes, en promedio se calcula que los cajeros que atienden reciben recordatorios familiares cada cinco minutos –viva la familia–, por si fuera poco las cajas están distribuidas entre visitantes, clientes y línea dorada, la discriminación es una constante, pues aunque no haya usurarios de primera en la fila, los cajeros no atiende al otro usuario, cómo iba atenderlo si es un usuario de segunda.
En suma, los bancos en Tlaxcala son otra muestra más del nivel de subdesarrollo que tenemos y la falta de capacidad del gobierno para generar requisitos de instalación, en otras partes del mundo los usuarios pueden demandar a los bancos por afectación de su tiempo libre. Con estos bancos para qué queremos explotadores. Se propone que en las sucursales se coloquen las fotos de los dueños de los bancos, así el recordatorio familiar sería más democrático. A todos les tocaría.
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