Y falta el fallo federal en la clausura de la Central de Abasto a seis meses de desgaste, la administración se dio cuenta de la ineficiencia de su gabinete su política de terror sólo sirve al interior del gobierno; al exterior es un rotundo fracaso.
Los plazos legales se cumplen, y la justicia federal ha sido implacable con sendos yerros de la administración estatal: Silvano Báez García, debe regresar a la presidencia del Tribunal de Conciliación y Arbitraje (TCyA), de donde tiene que salir Felipe Badillo Santiesteban, a quien el marianismo acomodó en ese puesto en abril pasado.
Pero el fracaso de fracasos para González Zarur, es el amparo a la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UAT) a través del cual apuntala el comodato de la Plaza del Bicentenario.
Se trata de dos casos reveladores protagonizados por un séquito de subordinados dispuestos a complacer ciegamente a su amo, pese a que este tomaría graves decisiones dentro de probables esquemas de falta de congruencia a causa de una medicación tardía.
Cuando advierto la sumisión a niveles humillantes, del flamante secretario de gobierno (lealtad al señor gobernador) o de la procuradora-autómata, quien se aleja de su obligación de representante social para reafirmar incondicionalidad a su jefe, puedo concluir en que los fracasos son la consecuencia de esta extraña política de terror, de aquél sobre sus propios colaboradores.
Así, nadie que se vea desempleado podrá contradecir a quien dicta una orden y no acepta observaciones.
Es un delicado coctel de visceralidad, enceguecimiento por ira y el extraño placer que pueden generar unos ojos angustiados al saber que abrir la boca en mal momento dejaría sin comer a su familia.
Ni siquiera es pragmatismo bajo la fórmula de que los medios justifican el gran fin perseguido.
Es el permanente autoengaño procurado por el monarca y celebrado cada quincena por los cortesanos y los súbditos cuya vocación de servir es tan balín como los dos pleitos que al día de hoy carecieron de sustento para salir airosos.
En la lista de tragedias legales aguarda la estruendosa pérdida económica que para el gobierno de Tlaxcala puede significar la arbitraria suspensión de la Central de Abasto.
Es casi una copia al carbón del TCyA y de la Plaza del Bicentenario. Con el agravante de las cuantiosas sanciones del contrato signado entre autoridades y constructora.
Aquí, el riesgo es mayúsculo pues Orión, la empresa de los Zambrano, está a punto de ganar el amparo que permita activar dicho contrato.
Entonces, dolorosas multas para nuestra maltrecha economía acompañarán la mirada de, no se pudo patrón, con la cual los responsables osarán dejar al gobierno con compromisos prácticamente impagables, equivalentes al presupuesto junto de los municipios más importantes de la entidad.
El miedo al estilo de Mariano funciona al interior de su gobierno. No halla resistencias y, eso lo lleva a suponer que su mandato también puede darse con los entes que de alguna forma hicieron negocios con el gobierno.
No calcula sus alcances, sus relaciones y mucho menos toma en cuenta la seriedad de sus contrapartes.
Esta cauda de derrotas legales, a casi seis meses de gobierno habrá demostrado:
1.- La incompetencia de un gabinete seleccionado al vapor y con una dolorosa falta de seriedad.
A propósito de la memoria de corto plazo podríamos comprender la superficialidad del hoy responsable de los destinos del estado, para hacerse de un equipo competitivo y honesto, bajo la creencia de su legítimo y elevado deseo de ser gobernador.
Dedicó un tiempo precioso a una celebración interminable. Faltando unos cuantos días para asumir el cargo, comenzaron las llamadas, como si los convocados hubiesen obtenido el premio mayor de la lotería, sin siquiera haber comprado boleto.
2.- La prolongada e inútil espera de los tlaxcaltecas para ver concluida la Plaza del Bicentenario, en cuyos terrenos lo mismo se acabó con una añosa primaria, que se derruyeron las oficinas administrativas de la Secretaría de Salud.
Seis meses de ver detenidos los trabajos en esa tremenda obra a causa de una decisión precipitada como consecuencia de una rabieta aplaudida por un séquito de inútiles.
3.- El uso innecesario de la fuerza pública para, clausurar (¡hágame el favor!) el lugar donde operaba la justicia en materia laboral.
¿A quien en sano juicio se le ocurre clausurar una instancia de esta envergadura, como si se tratara de un puesto de licuados o, un antro que vende bebidas a menores de edad?
A quien toma las cosas con tal desparpajo porque muy dentro de él quiere tirar la toalla un día de estos, cuando los muchos indios que somos, ladinos y revoltosos, hayamos colmado el plato del hacendado y entonces decida trasladarse a mejores lugares, donde lo entiendan, donde se sienta como en casa.
Todo a futuro
Hoy vemos la intensa promoción de acciones de ruego a una delegación japonesa para que venga a invertir a Tlaxcala, porque urge crear por lo menos un empleo.
¿Usted cree que los japoneses ignoran la falta de seriedad de esta administración?
Tlaxcala registra una importante pérdida de empleos, cientos, miles de ellos, a consecuencia de una visión de exterminio.
El responsable no se dio cuenta que los hoy desempleados se desempeñaban como servidores públicos desde hace mucho tiempo. Ellos esperaban la llegada del líder para demostrarle cuanto antes su lealtad, ya fuera perredista, panista o tricolor, de donde realmente provienen.
Pero el estilo de gobernar de los hacendados ni siquiera imagina el significado de la palabra conciliación. Hay que limpiar el rancho. Hay que correr a los sinvergüenzas esos que tenían otro capataz. Hay que matar a los becerros de antes, nomás por joder.
Mariano debió ser gobernador hace treinta años, cuando la hegemonía de su partido permitía estos excesos.
Hoy las cosas cambiaron, sí señor. Hoy, la Justicia Federal dio dos reveces al gobierno de los desplantes y le enseñó que las visiones previas a Natalia Teniza Portillo, no tienen cabida ni aquí, ni en China.
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